fallas 2011/ el escaso valor de las orejas en valència

Juan del Álamo pasea la oreja del segundo de la tarde.

València, 14 de marzo de 2011. Tercera de la Feria de Fallas. Novillos de Javier Molina de baja presencia en general. Por comportamiento destacó el segundo por encastado, el quinto por manso y cuarto y sexto por nobles. Thomas Duffau (palmas y oreja), Juan del Álamo (oreja y silencio) y Jesús Duque (silencio y oreja). Un tercio de entrada (cerca de 4.000 espectadores).

Los trofeos que se conceden en València tiene muy escaso o ningún valor. Si no vale lo mismo la oreja que se le concedió de forma coherente a El Juli que las que pasearon Vicente Barrera, Rivera Ordóñez o El Fandi, no hay que engañar a los chavales anunciados en la primera novillada del abono. Lo primero que hay que explicarles es que los despojos que les concedan en València no son más que eso, que probablemente sus trasteos no son merecedores ni de una ni de media oreja o menos en cualquier otra plaza de primera, segunda categoría o portátil con cierta sensatez, salvo en València, claro está.

Juan del Álamo, Thomas Duffau y Jesús Duque, por este orden cronológico, cortaron un apéndice por coleta. Luego, ¿quién les realizará la explicación sobre el poco, escaso o nulo peso de la oreja valenciana?

Entre unos y otros se han encargado de convertir la plaza de toros de València en lo que es, pura tombola festivalera que premia por igual la vulgaridad más absoluta que el toreo más puro, que una media pescuecera que una estocada en todo el hoyo.

La tarde no fue para tirar cohetes, además fue fría de cojones y aún así el respetable --eso ante todo-- solicitó tres orejas y tres orejas fueron concedidas por un palco que, muy a su pesar, en València desde hace ya la tira es un pelele en manos de los taurinos. Dos medios muletazos le sirven a la banda para atacar sin contemplación el pasodoble, cualquier excusa es buena para pedir la orejas y, al parecer, desde las alturas resulta harto complicado el negarse.

Decíamos que no fue para tirar cohetes, pero tampoco es que fuera lo de los días anteriores. La novillada de Javier Molina, salvo el flojo primero y el manso y áspero quinto, tuvo su interés, nobleza, cierto punto de casta e inercia de venirse arriba, aunque más pronto pecó el conjunto de manso que de bravo. El segundo fue el mejor, y cuarto y sexto se dejaron sin chistar.

Lo más interesante corrió a cargo de Juan del Álamo, aunque estuvo muy lejos de su mejor versión. El segundo novillo de la tarde lució casta y pies. De salida se impuso llevándose por delante dos capas. Luego Del Álamo echó leña al fuego y le ganó el paso a la verónica. Ese fue su despertar en la tarde y lo debería agradecer. El novillo le iba a pedir las credenciales de quien apunta a una cercana alternativa, y encima se lo dejó crudo. Ni que decir que le costó cogerle el pulso de inicio. Lo intentó de primeras al natural y soltó mucho trapazo descompuesto por la falta de temple y por el molesto viento hasta que en una de esas lo enganchó por abajo, lo remató atrás y sonó el olé. Ahí dio la talla Del Álamo: en varios naturales ayudados y la tanda que siguió ya sin ayuda.

La faena siguió guadianera. Ahora para el toro, ahora para el torero. Otra serie más en redondo buena, un arreón, la raza del novillo, la del novillero. Una estocada pescuera. ¿La darán por buena? ¡Te diré! Una oreja, que a la postre sería la de mayor peso aunque un tanto exagerada.

La opción de la puerta grande era más factible y por eso se fue a porta gayola, pero el gesto quedó descafeinado porque tras el atragantón el novillo se puso corretón y no hubo quien lo parase. Manso y áspero, sin humillar ni por esas. Del Álamo, con más voluntad que acierto. Esta vez la espada la manejó mejor, estocada.
 
Otra estocada, la de Duffau al cuarto, debío ser el motivo por el que le acabaron concediendo la oreja de la raspa colorada. Un novillo sin trapío alguno para València, flojo en los primeros tercios, pero que se vino arriba lo suficiente como para admitir faena de largo metraje y tauromaquia moderna. Es decir, infinidad de muletazos si acabar de rematar y ración triple de circulares. Hay que apuntar el emocionante arranque rodilla en tierra que por poco le cuesta un serio susto. Y lo dicho, con la espada este Duffau calla a más de uno.

Su manejo del acero ya lo había demostrado con su primero, al que prefirió ahogar en lugar de ofrecerle distancias. Calidad tenía le novillo, más por el derecho que por el izquierdo. Por ahí el novillo, también muy bajo de presencia,se rebrincaba algo, pero Duffau se empecinó en el tostón del arrimón circularista en los medios como único recurso posible. Sin duda el lote de menor trapío fue para el francés.

Jesús Duque tenía una envite fuerte en Fallas, pero ni mucho menos definitivo. Sin alzar la voz más de la cuenta ni contar con excesivos favores, Duque ha ido siempre progresando en su carrera. De becerrista abrió por dos veces la puerta grande de València y debutó con picadores en Algemesí manejando la situación sin agobios y además dejando buen sabor. Pero el estreno en València con picadores, con la preparación del invierno con miras a esta fecha, se le ha hecho más que cuesta arriba.

Hubiera sido mejor mayor naturalidad y reposo, menos nerviosismo, aunque sólo fuera para afrontar la tarde con menos presión. Las ideas a Duque se le amontonaron y las circunstancias tampoco le empujaron. Su primero fue pésimamente lidiado, el viento en la faena de muleta molestó más de la cuenta y todos los muletazos los remató hacia afuera por norma.

Mejor en el sexto, al que se fue a recibirlo a los chiqueros con larga cambiada y en otra ya en el tercio por poco le arranca la cabeza. Duque mejoró por insistencia y tesonería, y también porque por fin alguien --además de Juan del Álamo en el saludo al segundo-- tuvo a bien utilizar con acierto el capote para torear y no para destorear. Los detalles de la lidia Montoliu al jabonero sexto resulta que quedarán entre lo mejor de la tarde. Con ese, Duque no se aburrió, no le volvió la cara. Buscaba el empate y el paisanaje se lo concedió... ¡total, por una oreja más!
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