serafín marín, torería a la catalana

Foto :: Juan Pelegrín para las-ventas.com
Serafín Marín ha arrancado su temporada este pasado fin de semana. En Zaragoza y Madrid, en el último año en que su profesión será 'legal' en su tierra, Catalunya. Y en las dos plazas, sin darse especial comba ofreció dos lecciones de torería. Podría decirse profesionalidad, pero la palabra se queda corta cuando un tipo vestido de luces respeta la liturgia, se compromete con ella y se mide al toro con total respeto.

Entendió la corrida concurso, lució a sus toros en favor del espectáculo, se ganó a la afición y triunfó en Zaragoza cortando una oreja. Y al día siguiente en Madrid con una corrida infumable de Mari Carmen Camacho y un sobrero enorme y complicado de Maurio Soler Escobar mantuvo un alto grado de compromiso y solventó la tarde una ovación y una merecida vuelta al ruedo tras ofrecer una tarde más que seria coronada de dos magníficas estocadas.

Serafín Marín lo que hizo fue derrochar la gran virtud de la torería, resultado de su cada vez más acusada madurez. La que le permite estar como estuvo, con esa firmeza y esa clarividencia para captar los detalles de cada y tarde y que ofrecían sus toros.

Torería a la catalana, pese a todo. Germinada en aquellas tierras de prohibición cultural en la que la clase política ni entiende ni quiere saber los valores que encierra ese concepto y, lo que es mucho peor todavía, no quiere que nadie en Catalunya en unos cuantos años pueda desentrañar el misterio que encierra tras el maquillaje capitalista de un centro comercial. Una pena por la Catalunya que están pariendo un panda de ignorates, que como su burro lleva cabezada con anteojos que impide la amplitud de miras. Y una alegría por Serafín Marín, torero en sazón pese a todo. Pese a la Catalunya que le da la espalda y pese a un mundo taurino que tan pocos favores le ha hecho.
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