Ana Pastor es un animal periodístico que se faja en las entrevistas como nadie. Su insultante juventud y precoz madurez la convierten todavía en mejor profesional. En el cara a cara se crece. Y encima se gusta, segura de ella misma, ante la cámara, Ahmadineyad o quien se le presente. Parece que nunca se le queda ninguna pregunta por hacer.
Esta semana la polémica saltó con María Dolores de Cospedal, que es una política más bien discreta en cargo de responsabilidad, que no deja de ser otro ejemplo más de lo bajo que es el nivel.
En parte la polémica no debe sentarle bien a Ana Pastor por aquello de que el periodista nunca tiene que ser la noticia. Ya lo fue cuando se le cayó el velo ante el líder iraní, y ahora otra vez. Pero por otra parte así es cómo se acumula credibilidad.
El charco en el que se metieron, la imparcialidad informativa de RTVE. Grave error de Cospedal. Y más delante de Pastor, una preguntona nata.
Si algo es, como Cospedal dice, de una claridad meridiana es que RTVE vive su mejor época informativa. Si desde el PP intentan colar el mensaje sobre una supuesta falta de imparcialidad de RTVE y ven que no cuela, por algo será. Huelga por supuesto cualquier comparación. Canal 9, que es el ejemplo más cercano que tiene quien esto firma, es la demostración de parcialidad o de lo que no debe ser un medio público, aunque ahora vaya con pies de plomo. Las elecciones cercanas obligan a ir con pies de plomo y a sacar de cualquier manera a la oposición.
Y Cospedal si entró al trapo como entró, mucho mejor hubiera sido explicar de forma clara cuál es su ideal de televisión pública. Y eso de forma obligada le tendría que haber llevado a negar las experiencias de las que es o ha sido responsabele el PP. Recordemos: la TVE de Urdaci, el Canal 9 de Camps, Tele-Espe, TeleMadrid.
La pataleta en tono partidista sonó entonces más a un quejar por quejarse, pero no lo hizo en el mejor sitio. De haberlo hecho en Intereconomía nadie le habría repreguntado, más bien la habrían ovacionado.
Y mira que RTVE, pese a vivir una de sus mejores épocas, tiene donde acusarle de manipulación y desinformación. Sobre todo cuando se trata de información taurina o la censura que se aplica a la retransmisión de festejos taurinos en favor del tiquismiquismo antitaurino.
El cambio de política ha sucedido de forma repentina en los últimos cinco o seis años, ahora se ampara en un supuesto manual y no se le encuentra otra explicación que decisión política. Esta claro que alguien ha preferido ejercer la censura de un tiempo a esta parte contra las corridas de toros, que no ha dejado de ser el segundo espectáculo de masas de este país, una manifestación artítica y cultural y una contrastada fuente de riqueza económica --pese a la mentira tantas veces repetida de los colectivos antitaurinos-- y natural.
Ahí es donde se demuestra que RTVE atiende a criterios partidistas y antitaurinos negando la realidad, y Ana Pastor ya se puede poner como quiera. Media hora de programación a la semana no son suficiente cobertura desde el ente público RTVE.
El dato objetivo es que ningún otro espectáculo en toda España, durante el próximo mes va a congregar la atención media de 20.000 personas de media en directo y al día (entre Sevilla y Madrid solamente) sin atender a los que sigan las informaciones a través de la televisión u otros medios.
